martes, 2 de marzo de 2010

ARTICULO DE OPINIÓN DE JUAN SÁNCHEZ GARCÍA

Publicado en La Opinión, en el Especial del Día de Andalucía

Blas Infante Pérez de Vargas: padre de Andalucía

La historia reciente de Andalucía no puede ser explicada sin la figura firme, honesta, humanista, de Blas Infante, una figura que todos los andaluces (pero especialmente sus paisanos, los casareños) debemos reivindicar como nuestra

JUAN SÁNCHEZ GARCÍA, Presidente de la Mancomunidad de Municipios de la Costa del Sol Occidental.

Blas Infante Pérez de Vargas, nacido en Casares el 5 de julio de 1885, es reconocido en el Estatuto de Autonomía (Ley Orgánica que se encuentra en el bloque de constitucionalidad) como padre de la patria andaluza, es decir, una figura compartida por todos los andaluces. Pero, estoy seguro, quienes más suyo sienten a Blas Infante son los casareños, sus paisanos, los habitantes del pueblo que le vio nacer, que le vio abrir los ojos a la luz del mundo y a la otra luz, la de la conciencia. Porque fue en Casares donde Blas Infante vio el sufrimiento de los más desfavorecidos, donde quedó impactado por el dolor que arrastraba un pueblo sin embargo tan elevado, y así lo dejó dicho: “Yo, criado entre jornaleros, hijo de un pueblo jornalero, por excelen­cia morisco o andaluz, tenía mi propia alma y el sentido trágico de la vida muy afirmado en mí, porque desde que nací había vivido su espantosa tra­gedia; la tragedia de la Andalucía secularmente martirizada, la irredención que nuestro pueblo soportaba con musulmana resignación, expresada con aristocrática dulcedumbre. Y acicataba la labor de justicia universal en nombre de Andalucía”.

Pero muchísimo más contundente es en un párrafo de su obra ‘El ideal andaluz’: “Yo tengo clavada en la conciencia, desde mi infancia, la visión som­bría del jornalero. Yo le he visto pasear su hambre por las calles de mi pueblo (Casares), confundiendo su agonía con la agonía triste de las tardes invernales; he presenciado cómo son repartidos entre los vecinos acomodados, para que és­tos les otorguen una limosna de trabajo, tan sólo por fueros de caridad, los he contemplado en los cortijos, desarrollando una vida que se confunde con la de las bestias; les he visto dormir hacinados en sus sucias gañanías, comer el negro pan de los esclavos, esponjando en el gazpacho mal oliente, y servido, como a manadas de ciervos en el dornillo común, trabajar de sol a sol, empapados por la lluvia en el invierno, caldeados en la siega por los ardores de la canícula; y he sentido indignación al ver que sus mujeres se deforman consumidas por la miseria en las rudas faenas del campo; al con­templar cómo sus hijos perecen faltos de higiene y de pan; cómo sus inteli­gencias se pierden atrofiadas por la virtud de una bárbara pedagogía, que tiene un templo digno en escuelas como cuadras; o permaneciendo total­mente incultas, requerida toda la actividad, desde la más tierna niñez, por el cuidado de la propia subsistencia, al conocer todas, absolutamente to­das, las estrecheces y miserias de sus hogares desolados. Y, después, he sen­tido vergüenza al leer en escritos extranjeros que el escándalo de su existen­cia miserable ha traspasado las fronteras, para vergüenza de España y de Andalucía”.

Sin duda, este año es doblemente importante. Por una parte, se cumplen 30 años del Estatuto de Autonomía, y por otra, el 125 aniversario del nacimiento del padre de la patria andaluza, del hombre que impulsó el llamado ‘andalucismo histórico’ en el que se basa la esencia de una tierra por la consecución de sus derechos y cuyo pensamiento humanista, universal y de solidaridad entre pueblos es sobre el que se basa el pensamiento de nuestro Estatuto. El pueblo natal de Blas Infante no puede quedarse al margen de tan importante fecha, y es por ello que el Ayuntamiento de Casares, en un pleno celebrado el pasado 3 diciembre de 2009, a instancias del grupo municipal de IU, aprobó una moción donde critica la decisión del Gobierno andaluz por acordar el 2010 como ‘año de Blas Infante’ sin contar con la participación de su pueblo natal. En Casares estamos convencidos de que Blas Infante adquirió en su pueblo las bases para su pensamiento político. Un pensamiento abierto, universal, en el que Blas Infante entendía a Andalucía como una tierra marginada que tenía que tomar un papel de primera línea en la configuración del Estado Federal Español.

Es por ello que entendemos que su figura no puede ser manipulada con intereses partidistas y electorales por ningún partido para luego dejarlo en el olvido y, por el contrario, el año de Blas Infante debe ser fructífero para recuperar su vida y su obra, así como su pensamiento, y no se puede dejar en el olvido, ahora que enarbolamos la Ley de Memoria Histórica, que fue injustamente asesinado, al igual que muchos andaluces y andaluces, por su defensa de los valores democráticos que encarnaba la Segunda República Española. En ese sentido, el Ayuntamiento de Casares ha pedido la anulación de la sentencia sobre Blas Infante, porque no habría mejor forma de fructificar el año de Blas Infante que anular todas las sentencias para las personas que, al igual que él, fueron injustamente asesinadas por defender los legítimos derechos democráticos de la República, además de la creación de un Museo Andaluz sobre la Memoria Histórica, ya que, junto a Blas Infante, son numerosas las personas anónimas y los artistas que, víctimas de la Represión Franquista (Alberti, Pablo Picasso, Machado, Lorca…) murieron o tuvieron que sufrir el exilio, y por ello el año de Blas Infante debe ser el año en el que se dignifique a tantos y tantas inocentes victimas de las represalias franquista que no deben quedarse en el olvido.

No cabe duda de que “conocer la historia de tu pueblo es conocerte a ti mismo”, y la historia reciente de Andalucía no puede ser explicada sin la figura firme, honesta, humanista, de Blas Infante, una figura que todos los andaluces (pero especialmente sus paisanos, los casareños) debemos reivindicar como nuestra, como la esencia más pura, más noble, del ser andaluz.

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